martes, 20 de diciembre de 2011

Crónicas de las Dos Haches: VIOLADORES DEL VERSO @ Sant Jordi Club.

Foto: Anita Pies Fríos.
(La siguiente crónica -con sus respectivas fotografías obra de Anita Pies Fríos- fue publicada originalmente en el número #10 de la revista Hip Hop Life Magazine, bajo el "nom de plume" de Mertzer K.)

Tras la infinidad de actuaciones que Javier Ibarra ha realizado recientemente a lo largo y ancho de la geografía catalana con sus Jazz Magnetism, ya iba siendo hora de desempolvar la nave nodriza y hacer un viaje interestelar en compañía de sus secuaces de siempre. Y para allá que nos fuimos. 

KASE O / Foto: Anita Pies Fríos.

“Te juro que en el año y pico que llevo currando aquí, esto yo no lo había visto”. Quien me habla es J.L., gallego de nacimiento y vigilante de seguridad de adopción, que con un ojo puesto en la barrera levadiza y el otro en un punto situado a trescientos metros de nuestra posición, da una calada al cigarro y añade: “¿Y dices que cantan en español?”. Asiento con la cabeza y sigo su mirada hasta los portones de entrada del Sant Jordi Club, tras los cuales se agolpan cerca de 3.000 personas. Cánticos provenientes de la alborozada masa llegan a nuestros oídos, y una pregunta aparece repetida una y otra vez de punta a punta de la larguísima cola: “¿Ya no quedan entradas?”. Pero los cánticos prosiguen, y el nerviosismo entre la muchachada aumenta. El compañero J.L. mira el reloj, atiende el walkie y dice: “Recibido”. Son las 20.00 horas y las puertas se abren. Las hordas hambrientas de raps tochos y flows maños rugen. 

Hagamos ahora un pequeño salto en el tiempo. El reloj marca las 21.15 y la organización, por fin, decide facilitar a la prensa la entrada al recinto, donde procedo a aposentar mi culo en las gradas para disfrutar (los últimos latidos) de la actuación del gerundense Nomah, que acompañado de Lexa al micrófono y DJ ERO a los platos, ofreció un set duro y preciso en el que adelantó material perteneciente a su próximo larga duración. 

HATE / Foto: Anita Pies Fríos.
Cojamos el Delorean y avancemos un poco más, hasta las 22.00 horas para ser exactos. Aún no ha empezado la actuación estrella y tres chicas ya han sido evacuadas de entre el público por sofocos varios. En el escenario, una pequeña pantalla con el familiar logotipo de los zaragozanos resplandece, y cuando Rumba hace suyo el puesto de director de orquesta, el océano de cabezas y brazos en alto ruge de nuevo. 

Que Xhelazz se ha convertido en el quinto Violador en la sombra no es ningún secreto, por eso cuando sale oculto tras su capucha para presentar “a los que un día serían conocidos como los Violadores del Verso”, el recibimiento es poco menos que apabullante. Y tras él... Lírico, Kase O y un enfermito Hate, quienes durante dos horas harían botar al respetable merced a sus clásicos de ayer, hoy y de siempre. Es el suyo un show medido al milímetro, donde temas como “Filosofía y Letras”, “Trae Ese Ron”, “Cantando” o “Ballantains” son jaleadas y coreadas de principio a fin. 

Así las cosas, uno no puede evitar pensar qué será lo próximo, qué nueva barrera rebasarán o qué nuevo record machacarán... hasta que al salir de nuevo al exterior, siendo ya noche cerrada, veo el hermano mayor del Sant Jordi Club (el Palau Sant Jordi) y me pregunto cuánto tardarán los maños en hacer suya semejante arena. 

Y pienso que, ojalá, este escriba pueda vivir para contarlo.  

Tres maños dándose maña / Foto: Anita Pies Fríos.

(Si queréis contemplar en toda su excelencia el set de fotos completo que la gran Anita se curró, no lo dudéis y visitadla AQUÍ.)

sábado, 17 de diciembre de 2011

Crónicas de las Dos Haches: GAME @ Club Duvet (BCN)


(La siguiente crónica se publicó originalmente en Urban Music Online en noviembre del 2010. Organizado por la misma promotora que poco antes trajo a Fat Joe a la ciudad condal, al menos en esta ocasión no nos amenazaron de modo explícito con requisarnos las cámaras si intentábamos documentar gráficamente el evento -al fín y al cabo, íbamos debidamente acreditados-, pero de ahí a decir que nos iban a poner las cosas fáciles hay un buen trecho. Un trecho de cinco metros, aproximadamente, ya que esa es la distancia desde la que el gran Brazo de Hierro tuvo que colocarse para tratar de hacer su trabajo como fotógrafo.)

(La crónica en sí, tras el salto de cama)