miércoles, 25 de mayo de 2011

Una Odisea del Espacio (pero despacio, oigan). -DOS-

DOS AÑOS DESPUÉS...

Todo está tranquilo aquí, en la Nave Espacial Arkangel_77. Paso mucho tiempo leyendo, y aunque sólo tengo un libro (bueno, unas Páginas Amarillas) resulta reconfortante saber que ahí abajo hay gente con nombres tan variopintos como Margarita Flores del Campo, Evaristo Piernabierta Zas o María Delosángeles Tuertos. De alguna manera hay que consolarse, vamos, digo yo.


    Los de Houston han llamado esta mañana a cobro revertido. Dicen que en la Tierra todo está bien, señal inequívoca de que los de la NASA le están dando otra vez a los canutos cosa fina. Parece ser que la semana que viene nos llegan por fax los vales para combustible, y ya era hora, porque tengo las manos despellejadas de tener que fregar asteroides a cambio de unas cuantas botellitas de diesel en cada estación de servicio que nos encontramos.


    En un ratito despertaré al resto de la tripulación de su sueño criogénico. Genial. Después de dos años, ya estoy harto de que el maldito Alien me gane a las cartas. Si al menos pudiera demostrar que hace trampas... Por cierto, el muy cabrito ha vuelto a esconder la escoba y el recogedor. Si cree que así va a librarse de limpiar el baño lo tiene claro. Creo que se enfadó cuando le dije que al sacar esa triple mandíbula retráctil suya tiene un aire a la Duquesa de Alba. Alienígenas, no tienen ningún sentido del humor. Supongo que será por esa sangre ácida que, dicho sea de paso, va de muerte para eliminar todo rastro de manchas en las camisas espaciales.
    En la sala de criogenización, donde permanece hibernada el resto de la tripulación, hace un frío carajil. Será porque tuve que empeñar las bombonas de butano hace un par de semanas para comprarle al maldito Alien la DS y así dejara de dar el coñazo. Además, como estos están sobaos ni se enteran, aunque me pregunto si las estalactitas heladas que se desprenden de sus fosas nasales hasta llegar a los labios morados es parte normal del proceso de hibernación. Qui lo sá...

    Cuando he abierto los cierres de su compartimento, la Teniente Ripilente ha dicho:

    -Mmmmmmhhhh... Cinco minutitos más, por favooooor... -¿Cinco minutos? ¿Lleva dos años durmiendo y pide cinco minutos?

    -¡Eh, tú, despierta, que tengo una espalda de cordero en el horno!

     -Ya vá, ya vááááá...

    El Sargento Stálleno ha dado menos problemas, pero al incorporarse hemos comprobado, con no poca consternación por ambas partes, que le faltaba una pierna.

     -¿Y está usted absolutamente seguro de que la llevaba puesta cuando se fue a dormir, hombre de Dios?

     -No me hagas mucho caso, pero yo diría que sí...

     -A ver si la dejó por ahí y ahora no se acuerda... -Acaba de venirme a la mente que de la mochila Eastpak del Alien sobresalía hace un par de días una bota espacial similar a la que ahora queda en el único pie del Sargento.

    Si ya se lo decía yo a los de la Nasa, que vale, que a los gatos la falta de gravedad les sienta fatal, pero que no veía yo claro lo de embarcar a un Alien para deshacerse de las ratas de a bordo...


(Si quieres leer la continuación de esta soberana gilipollez, haz que tu ratonáceo muerda aquí)
(Si quieres leer la primera parte de esta soberana gilipollez, haz que tu ratonáceo muerda aquí)

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Hala, despáchate a gusto. Pero ya sabes, pórtate bien o te despacho yo a ti, que para eso soy un mapache rabioso.